El Corazón de Piedra Verde... me encanta el nombre tanto como me encanta el libro. El corazón de jade, piedra símbolo de la creación y la fertilidad para los aztecas, era una joya de amor que despertaba deseos y pasiones incontrolables en su portador; igual que el Nuevo Mundo despertó deseos y pasiones en los conquistadores europeos, impulsándolos a actuar para su propio beneficio y enriquecimiento, sin consideración alguna a las tradiciones, cultura y deseos del pueblo que lo habitaba.
Para mí, el corazón de piedra verde representa el continente americano antes de la llegada de los europeos, un lugar exótico y lleno de vida que prometía aventuras apasionadas a aquellos que lo poseyeran, incitando guerras y muerte.
Para mí, el corazón de piedra verde representa el continente americano antes de la llegada de los europeos, un lugar exótico y lleno de vida que prometía aventuras apasionadas a aquellos que lo poseyeran, incitando guerras y muerte.
Creo que la historia de amor entre la princesa azteca Xochitlzin y el noble español Alonso Manrique es muy dulce y tierna, a pesar de estar enmarcada en una época histórica violenta y aguerrida. Cada detalle de la vida de ambos fue parte de una cadena de eventos que inevitablemente los unió… desde que Xochitlzin ve en sueños a Alonso naufragando en las costas de su tierra hasta que Alonso salva a la niña azteca de morir sacrificada por su hermano Cacama. Es el amor de Xochitlzin por Alonso el que logra la primera conquista de los europeos mucho antes que llegaran a las costas del Nuevo Mundo, la conquista del corazón de la princesa de Texcoco.
Nezahualpillil, rey de Texcoco y padre de Xochitlzin, es para mí el personaje más exótico del libro. Retratado como un visionario y hombre de ciencia que supo comprender el trasfondo del culto a los dioses aztecas y pudo concebir un Anáhuac libre de sacrificios humanos. Su racionalidad contrastaba con su imagen de sacerdote y hechicero, a quien sus súbditos creían capaz de transformarse en tigre, león o águila.
El pretexto para la conquista fue la religión. En el Corazón de Piedra Verde se exalta la difusión de la religión católica desde la cúspide del imperio azteca como suficiente razón para aniquilar las costumbres de pueblos enteros e imponer creencias. Para mí, lo peor de todo es que los conquistadores se impresionaban con la majestuosidad de sus ciudades, la riqueza de sus trabajos manuales, la valentía de sus guerreros y sin embargo, se consideraban superiores por ser, según ellos, emisarios del evangelio de Dios.
Considero que el argumento de la historia se condensa en una plática entre padre e hija sobre los extranjeros que el pueblo creía eran enviados de Quetzalcoatl. Cuando Xochitl pregunta a su padre si no debería alegrarse porque las costumbres que traerían posiblemente fueran las que Nezahualpilli siempre deseó para su pueblo, el rey le contesta: “No, porque nuestras costumbres, aunque cambiasen hubieran sido las nuestras, nacidas de nuestro ser. Como una serpiente que cambia de piel. Las de ellos serán como un traje que nos pondrán. No lo llevaremos a gusto.”
El Corazón de Piedra Verde es un libro que debe disfrutarse a la luz de la luna, recordando las noches estrelladas del Valle del Anáhuac, donde hoy se encuentra Ciudad de México.
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