El Cementerio de los Libros Olvidados se ha encargado de
introducir a mi vida dos ideas fascinantes: primero, la de un lugar
donde los libros que se han perdido en el olvido encuentran un último refugio; segundo, hay en ese lugar un libro olvidado por el mundo y por el tiempo, en
espera de que un único lector ávido devuelva la vitalidad a sus páginas y se
comprometa de por vida a protegerlo.
Con la primera idea mi imaginación voló y comencé a
crear un sinnúmero de posibilidades: historias, escenarios, actuaciones. ¿Cómo
llegan exactamente los libros al cementerio? ¿Quiénes son los demás guardianes
que están ahí en el día que Sempere lleva a Daniel al cementerio?
Y luego, de repente, me di cuenta junto a Daniel que
estaba frente a una promesa de hasta que
la muerte nos separe y compartí su emoción. ¿Cómo decidir, si ni siquiera
puedo decidir cuál libro comprar cuando estoy en la librería? Es entonces
cuando La Sombra del Viento escoge a Daniel, o mejor dicho, se escogen
mutuamente.
Y entonces entendí que el Cementerio de los Libros Olvidados
no es el final, ni mucho menos. Es un comienzo.
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