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Entre José Arcadio y Aureliano

Al leer la historia de los Buendía es fácil identificarse con las peculiaridades de sus personajes, con sus intereses o incluso con sus preocupaciones. José Arcadio será el fundador de Macondo, pero sus locuras lo hacen humano. Úrsula Iguarán personifica la matriarca ideal, pero al mismo tiempo cede ante los impulsos de esposo y pierde su herencia. Muy parecido a la trama de sus descendientes, cada uno de los cuales presenta elementos que permiten al lector crear vínculos de empatía y elementos que los afianzan en su individualidad.

Es así como Cien Años de Soledad nos introduce personajes y tramas de forma reiterativa, es decir, sus historias se repiten, pero con elementos decorativos distintos y con una temporalidad claramente diferente.

Dos personajes que a mi juicio muestran estas características son José Arcadio Buendía (el primero) y Aureliano Buendía (el amante de Amaranta Úrsula). Ambos se enamoran de una mujer con la que están relacionados por sangre: José Arcadio de su prima y Aureliano de su tía, ambas llevan por nombre Úrsula y junto a ellas, sus parejas, se podría decir que representan el inicio y el fin de la familia Buendía. José Arcadio y Úrsula Iguarán representan el inicio, una especia de alfa de la familia y de Macondo. De su unión nace la estirpe que nutre de historias las páginas de Cien Años de Soledad. A su vez, Aureliano Buendía y Amaranta Úrsula representan el final, ese trágico, pero muy romántico omega que encierra pasiones, desenfados, traiciones, olvidos y que culmina con el nacimiento del último Buendía, el último Aureliano, un niño con cola de cerdo que es comido por las hormigas y que marca el final de un Macondo sumido en la melancolía y la ausencia.

José Arcadio muestra una sinigual amistad por Melquíades, quién más adelante descubrimos escribió y vaticinó el final de Macondo y de los Buendía. “Era la historia de la familia escrita por Melquíades hasta en sus detalles más triviales, con cien años de anticipación.” De igual forma, Aureliano manifiesta una amistad por el sabio catalán. Distinta, sí, del tipo de relación entre Melquíades y se antepasado, pero similar en fuerza y de igual forma marcada por las letras.

Ambos hombres comienzan su historia involucrados en Macondo, lo olvidan por una obsesión y cuando quieren regresar se dan cuenta que Macondo ha cambiado tanto, que ya no es el Macondo que amaron y buscan y se dejan llevar por el olvido. 

“…Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.”

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